jueves, 31 de agosto de 2017

Cuidado con el CUCO!

Las mujeres somos muy distintas entre nosotras pero todas le tenemos miedo a algo.

Temor ante las dificultades del presente y del futuro, temor a lo desconocido (y a algunos conocidos…).

Los miedos también dependen de la etapa que estamos transitando.

Durante la adolescencia nuestros temores (que ahora constituyen anécdotas de las que nos reímos mucho) pasan por no sentirnos aceptados por la manada, llenarnos de acné, no poder salir a bailar el fin de semana, o pasar vergüenza delante del chico que nos gusta.

Mientras estamos cursando la facultad tememos no aprobar un examen, no poder recibirnos, o no cumplir con las expectativas de nuestros padres.

Cuando logramos obtener el ansiado título de grado, corremos el riesgo de no encontrar empleo, o de perderlo si lo tenemos.

Cuando consideramos tener todo equilibrado, tenemos miedo de no llegar a tener una relación normal con una pareja, de no lograr poder quedar embarazada, o de no ser capaz de mantener a un hijo.

Salir a la calle de noche y ser secuestrada o sufrir un robo, sufrir alguna enfermedad, que el matrimonio se acabe y no encontremos otra persona que nos aguante, de viajar en avión, y hasta de envejecer sin dinero son algunos de los más comunes. Pero hay millones. Algunos hasta se convierten en fobias cuando el miedo es desmedido.

Y cuando pensamos que tenemos la mayor parte de nuestra vida bajo control, nos surge el miedo de no intentar nada emocionante, de tener una vida monótona y aburrida. Entonces es cuando empezamos a enfrentar nuestros miedos como sea. Decidimos viajar en lo que sea (a dedo, en avión, o en carreta), hacer deportes extremos o cosas locas para divertirnos y pasarla bien. (Algo muy cercano a sentirnos felices tal vez?)

Si bien muchos miedos están determinados por mandatos sociales, y depende de nosotras engancharnos o no, hay algo a lo que las mujeres de todas las edades le tenemos miedo: Engordar y envejecer: dos cuestiones totalmente inevitables con lo que vamos a tener que amigarnos y convivir para no dejar de ser felices.

jueves, 17 de agosto de 2017

Marche una napo con queso!

El menú infantil por excelencia en la gran mayoría de los restaurants, es la MILANESA CON PAPAS FRITAS. Muchas veces nuestros hijos no quieren ese menú, pero se los pedimos para poder picar sin culpa o comer las sobras.

Antes de que existiera, o tuviéramos acceso, a la Cajita Feliz, la MILANGA era el menú preferido de muchísimos chicos, y unos cuantos grandes también.

A pesar de tanto sushi, globalización y nuevas tendencias vegetarianas, la milanesas siguen vigentes y a muchas nos sacan de apuro.

Varios de Uds., seguramente han visto a sus abuelas o madres estirar la carne (ya sea de pollo o vaca) con un martillo (ahora existen unos martillitos diseñados especialmente para tal uso), pasar esas fetas por una mezcla de huevos y luego con el pan rallado darle vida a un manjar.

Ahora son muy pocas las personas que se toman ese trabajo, muchas casas de comidas venden kilos de milanesas listas para cocinar o directamente para poner en la mesa.

Cada vez que hay que improvisar un menú rápido y para invitados sorpresa, pensamos en las milanesas.

Fritas, al horno o asadas. Rellenas con queso, de berenjena, pescado, soja, cerdo y hasta de garbanzo. Las variedades son infinitas y para todos los gustos. Con ajo, pimienta o ralladura de limón.

Cada cual desarrolla su gen cocinero a gusto y piacere. Hasta el pan rallado contribuye a que nuestra receta sea irresistible. Rallado en casa, para rebozar, hornear o freír.

Los secretos de cómo pueden ser más ricas van pasando de generación en generación.

Hasta existen clubes que nuclean a fanáticos de este menú, festejos por el día nacional de la milanesa (3 de mayo), y cursos de cocina especiales para crear las mejores milanesas.

Dicho todo esto, solo queda elegir al guarnición: papas fritas, ensaladita verde o puré mixto?