jueves, 27 de abril de 2017

Mudanza vi, suerte para mi!

Dicen que uno de los tantos momentos más estresantes del ser humano, es tener que hacer una mudanza. Y de solo pensar que hay que guardar una casa en cajas, ya nos agota.

Nos damos cuenta de que es increíble la cantidad de cosas que guardamos porque algún día usaremos. Y esto va desde guardar ropa, hasta papeles, cintas y utensilios de cocina.

Cuantas veces hacemos una Fondeau? Dos veces al año? Posiblemente menos, pero la llevamos en cada mudanza que hacemos.

El jean talle 23 que compramos con nuestro primer sueldo, no nos va a volver a entrar, y ya cobramos (por suerte) varios sueldos más. Por lo tanto: realmente vale la pena seguir guardándolo?

Una mudanza se convierte en un momento lleno de emociones porque decidimos que no nos vamos a llevar tooooodo lo que tenemos, y empezamos a ver qué regalamos, qué vendemos y qué tiramos a la basura.

Antes de embalar todo, hay que ordenar lo que tenemos en stock: libros, fotos, tarjetas de regalos e invitaciones a casamientos. Si! Dije invitaciones a casamientos. Tengo una amiga que guarda las invitaciones aunque hayan pasado más de diez años. Es más! Ni yo guardo la mía, y ella la tiene.

Ni hablar si la mudanza incluye familia numerosa. A saber: hijos, perros y algún familiar agregado. No queremos ni pensar en cargar los juguetitos mínimos que viene en los Huevos Kinder. Y que ni se nos ocurra olvidarlos, porque les aseguro que a las tres de la mañana de la primera noche en la nueva casa, tenemos que salir a buscar el pescadito con alas del huevito que se abrió hace dos años.

Las mudanzas son como un nuevo comienzo, una nueva oportunidad de prometernos que en la próxima morada vamos a ser más ordenados, vamos a acumular menos cosas innecesarias o vamos a usar más la Fondeau que nos regalaron para el casamiento.

Puede que sea estresante, pero qué lindo es estrenar y proyectar nuevos deseos! Y si no es nuestra la mudanza y nos cruzamos con un camión que está haciendo una, no nos olvidemos de decir: Mudanza vi, suerte para mí! (Por ahí un nuevo comienzo está por venir…)

lunes, 17 de abril de 2017

Crónica de una noche de insomnio

Reírse de una mismo es fundamental para restarle importancia a los problemas diarios (y a los nocturnos también). Muchos tienen noches difíciles, en las que por más que cuenten millones de ovejas, Morfeo nunca llega para atraparnos en un profundo sueño.

El día después nos comportamos como Zombies. Ese día pasará desapercibido porque ni nos vamos a anoticiar de los sucesos. Y casi al mediodía, cuando ya estamos desesperados por ir a dormir una siestita, nos preguntamos: ¿Cómo fue que llegamos a esto?

Tuvimos un día normal. Algún que otro suceso aislado que pudo habernos puesto nerviosas, pero nada especial.

Luego de una cena liviana, nos retiramos a nuestros aposentos. Activamos la alarma y nos disponemos a conciliar el sueño.

Media hora, una hora… y se hicieron las 2 de la mañana y ni miras de poder dormir.

Intentamos controlar una respiración profunda imaginando un lugar tranquilo pero nada... seguimos inmutables.

Como si fuera algo inevitable y muy obvio, agarramos el celular y comenzamos a revisar tuits, publicaciones en Instagram, una miradita por Facebook… y como quien no quiere la cosa terminamos stalkeando a un ex.

Como para engañarnos, ponemos Netflix… un poco de ruido y algún culebrón español nos harán dar sueñito. Sin embargo, no dejamos por supuesto de ver si el ex se casó..., si conocemos la actual pareja, si tuvo hijos, si sigue lindo o esta baqueteado.

En un momento, totalmente activadas, nos agarra la magnífica idea de hacer una excursión a la heladera, pensando que con la pancita llena nos vamos a poder dormir.

Cuando retornamos a la cama, Netflix nos pregunta si vamos a continuar viendo la serie (a lo que responderemos NO, porque no vimos tampoco nada de los tres capítulos que pasaron por estar persiguiendo gente en las redes sociales).

Con toda la tecnología apagada, de pronto… nos da un poco de sueño. Ya los pajaritos comienzan a cantar… y cuando logramos entrar en el descanso, suena la alarma para empezar el día.

Día en que por más que nos esforcemos, y le pongamos toooooda la onda, estará perdidísimo.

Lo único que nos va a sacar una sonrisa a media mañana es acordarnos que el chico que nos dejó en la secundaria (y perseguimos toda la noche en Facebook) está pelado y gordo.

domingo, 2 de abril de 2017

CERO sentido de la orientación

El sentido de la orientación parece ser un DON par aquellas personas que hasta saben identificar el Norte del Sur en medio de la nada misma con solo mojar su dedo y esperar de donde viene la brisa.

Para las que nos cuesta llegar a nuestras casas sin perdernos por más que estemos a cinco cuadras, es una odisea. Seguramente es cuestión de prestar más atención, pero hay personas que vienen con los mapas cargados en el disco duro desde el nacimiento (no es mi caso).

Interpretar mapas, ubicarse en una ciudad, o elegir la salida correcta de un shopping, no es algo que a los desorientados nos salga muy bien hacer. Muchas veces la única forma en la que aprendemos es perdiéndonos setecientas veces para llegar a destino. Y eso que ahora la mayoría de las personas contamos con un GPS en el celular.

Las personas que tienen CERO sentido de la orientación han vivido situaciones como éstas con más frecuencia de las que quisieran.

Salir de un local en un shopping y volver por donde vinimos pensando que seguimos nuestro recorrido, sin darnos cuenta de que estamos mirando las mismas vidrieras que vimos hace minutos atrás.

Discusiones en las vacaciones por ser pésimos copilotos y orientar mal al conductor. Si le hacemos caso al GPS, porque le hacemos caso. Y si no le hacemos caso, porque no lo hacemos. (GPS maldito! Jussssto en esa oportunidad tenia mal cargada la ruta. Así tampoco la tecnología estaría colaborando con la causa).

Ir a una casa alejada de la ciudad, e ir detrás (por no decir pegados al punto de escuchar la música del auto que está delante nuestro) de “alguien” que sepa dónde queda la morada para evitar perdernos. Si esto significa poner en riego nuestras vidas por ir a toda velocidad y no perder de vista al experto u experta, lo hacemos igual! Toda esta aventura mientras pensamos que hubiésemos ido en el sentido totalmente contrario al que estamos yendo, si hubiéramos tenido que decidir nuestro propio camino.

Hasta leyendo los libros de “Elige tu propia aventura” elegíamos mal: siempre terminabamos en el agujero negro sin vida de otro planeta, o dentro de un laberinto sin salida. Esta capacidad de desorientación también es innata.

Por suerte personas totalmente despistadas contamos siempre con personas cercanas con super poderes de orientación que nos salvan del estrés de tener que elegir el camino correcto.

Identificar NORTE y SUR (Arriba y Abajo), mal que mal lo hacemos. Ahora cuando se trata de decidir cual el ESTE y el OESTE… para que esforzarnos. Nunca pero nunca daríamos en la tecla (Derecha izquierda?, izquierda y derecha?, con la mano que escribimos? O con la otra? Y los zurdos como hacen?).

Por suerte hay una buena noticia!!! Este DON de identificar los puntos cardinales y orientarse en la vida, se puede aprender. (Habría que prestar atención y todas esas cuestiones, pero podríamos lograrlo). Y si no, la otra opción es conocer a la persona indicada que dirija el curso de tu vida (muy cursi jajaja pero sin esa persona que nos haga de lazarillo seguro nos perdemosssssss.)