Pensamos que tomarse selfies es cosa de adolescentes. Pero no! Admitámoslo…
Nos encanta sacarnos fotos, y amamos los filtros que nos sacan las manchas del
rostro y nos hacen ver bellas. (Sería un pecado tener semejante herramienta
tecnológica y no hacer uso de ella)
Vivimos en un mundo con demasiada información y mucha de ésta
atraviesa las redes sociales. Estamos a un solo un click de estar en vidriera:
Mostramos lo bien que la estamos pasando, donde y con quien. Obvio nadie quiere
sacarse fotos si la está pasando mal o morís de aburrimiento. (O si… pero con
la cara impecable y haciendo que la tristeza o el aburrimiento nos siente muy
bien).
Coincidirán conmigo en que solo publicamos lo que queremos
que vean los demás. Y estamos atentos tanto a los comentarios como a los “like”
que obtenemos.
La egolatría
es una reacción inevitable en las plataformas sociales y no es cuestión de
edades. Aunque si se puede considerar una moda.
Mostrar la “belleza interior” es muy valioso. Pero seamos
sinceras; estar bellas por fuera no
tiene precio.
Esto de ser interesantes y ser exóticas no nos lo cree nadie. Salimos
divinas en una foto y la exprimimos usándola como fondo de pantalla de la computadora,
del celular, y perfil de WhatsApp.
Y esto no tiene que ver con los
ideales de belleza o las presiones de la sociedad, tiene que ver con la
vanidad. Que en las mujeres comienza cuando somos pequeñas y evidentemente
sigue con el paso del tiempo.
Nos tomamos cerca de 30
fotos para elegir la que más nos gusta. Nos divertimos haciendo poses y caras que
no haríamos frente a otras personas.
Como dijera Al Pacino en el film “El Abogado del Diablo”:
Vanidad, mi pecado favorito.
Tenemos más de 30 y nos sumamos a la tendencia de la selfies! Pero ojo! A estar atentas!! Que solo sea un juego y no
se convierta en una loca obsesión.