lunes, 17 de abril de 2017

Crónica de una noche de insomnio

Reírse de una mismo es fundamental para restarle importancia a los problemas diarios (y a los nocturnos también). Muchos tienen noches difíciles, en las que por más que cuenten millones de ovejas, Morfeo nunca llega para atraparnos en un profundo sueño.

El día después nos comportamos como Zombies. Ese día pasará desapercibido porque ni nos vamos a anoticiar de los sucesos. Y casi al mediodía, cuando ya estamos desesperados por ir a dormir una siestita, nos preguntamos: ¿Cómo fue que llegamos a esto?

Tuvimos un día normal. Algún que otro suceso aislado que pudo habernos puesto nerviosas, pero nada especial.

Luego de una cena liviana, nos retiramos a nuestros aposentos. Activamos la alarma y nos disponemos a conciliar el sueño.

Media hora, una hora… y se hicieron las 2 de la mañana y ni miras de poder dormir.

Intentamos controlar una respiración profunda imaginando un lugar tranquilo pero nada... seguimos inmutables.

Como si fuera algo inevitable y muy obvio, agarramos el celular y comenzamos a revisar tuits, publicaciones en Instagram, una miradita por Facebook… y como quien no quiere la cosa terminamos stalkeando a un ex.

Como para engañarnos, ponemos Netflix… un poco de ruido y algún culebrón español nos harán dar sueñito. Sin embargo, no dejamos por supuesto de ver si el ex se casó..., si conocemos la actual pareja, si tuvo hijos, si sigue lindo o esta baqueteado.

En un momento, totalmente activadas, nos agarra la magnífica idea de hacer una excursión a la heladera, pensando que con la pancita llena nos vamos a poder dormir.

Cuando retornamos a la cama, Netflix nos pregunta si vamos a continuar viendo la serie (a lo que responderemos NO, porque no vimos tampoco nada de los tres capítulos que pasaron por estar persiguiendo gente en las redes sociales).

Con toda la tecnología apagada, de pronto… nos da un poco de sueño. Ya los pajaritos comienzan a cantar… y cuando logramos entrar en el descanso, suena la alarma para empezar el día.

Día en que por más que nos esforcemos, y le pongamos toooooda la onda, estará perdidísimo.

Lo único que nos va a sacar una sonrisa a media mañana es acordarnos que el chico que nos dejó en la secundaria (y perseguimos toda la noche en Facebook) está pelado y gordo.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario