miércoles, 26 de octubre de 2016

Ya no estamos para estos trotes...


Salir a bailar después de los 30… es toda una aventura que nada tiene que ver con las que hacíamos en nuestros años mozos.

Primero, cuando se arma la salida (que seguramente es con una semana de anticipación porque las que tenemos hijos necesitamos conseguir una niñera), estamos súper entusiasmadas.

Pensamos todos los días en lo divertido que va a ser, y en que ropa vamos a elegir para la gran salida.

Eso, la ropa! Cuando perdemos el training de bolichear, no tenemos ropa que se adapte a la ocasión. No queremos parecer o aparentar vintage pero tampoco unas locas que se hacen la pendejas.

Llega el día, y la previa, en estos casos, es muy importante. Porque si no salimos hasta las diez de casa, fuimos! La fiaca se apodera de nosotras. Por eso es necesario salir a cenar o, hacer algo fuera de la casa, hasta que se dignen a abrir los boliches.

Cuando entramos al templo bailable, ya estamos con la pancita llena de la cena y con ganas de ir a dormir. Pero no! Nos ponemos las pilas como sea, porque no podemos desaprovechar niñera, outfit bolichero, y semejante oportunidad de revivir épocas pasadas.

Comienza a sonar la música, el boliche tiene toda la onda, pero a esta altura, necesitamos que bajen un poquito el volumen si es posible porque no podemos hablar y nos hace doler la cabeza.

Evitamos tomar alcohol, porque sabemos que la resaca al otro día puede ser mortal y nos espera un día familiar (Además las calorías que nos aportan unos traguitos ya no las podemos bajar como antes. Cuesta!)

Tratamos de no ir al baño, porque ya no nos bancamos ni gente alcoholizada en el camino, ni sanitarios sucios. Ya estamos más exquisitas. Es preferible dejar de tomar, porque si no tenemos que empezar la odisea de intentar llegar al baño primero, y después poder hacer dignamente nuestras necesidades.

Cuando vemos que se acerca el horario de cierre, no empezamos a alistar para volver y dormirrrrrr en nuestra camita limpita, pasando antes por una ducha reparadora. Ni hablar de ir a un after y seguir por dos o tres horas más de juerga. A dormir!

Y al otro día… cuando el Febo asoma para iluminar un nuevo día, nos preguntamos: Porqueeeeeeee????!!!! Porque me siento tan mal!!?? Porqué me cae tan mal salir!!!!!???? El próximo finde, sopita y a la cama.

 

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