miércoles, 1 de marzo de 2017

Mejor cocino yo

Ir a cenar fuera de casa es un hábito muy lindo y divertido pero que por diferentes circunstancias se ha ido reduciendo. Ya sea por el costo de una cena en un bonito restaurant, como tener hijos pequeños con los que se complica la salida, o simplemente porque el clima no nos invita a hacerlo.

Por todo esto y mucho más, cada vez que salimos e invertimos en una buena cena, queremos que la mayor parte del momento cumpla con nuestras expectativas.

Hay varias cositas, que no salen como esperábamos y nos hacen enojar. (Que obviamente si fuéramos adolescentes, jóvenes y con onda no nos importarían en lo más mínimo). Y lo que podría ser una salida placentera termina siendo una pesadilla (O tampoco para tanto…).

Entrar con chicos pequeños a un lugar y que la encargada te diga que no pueden atenderte porque se les está acabando la comida, viendo que entran dos adultos detrás de tuyo y los atienden muy amablemente, es chocante. A todos nos ha molestado alguna vez el llanto desconsolado de un niño, o la madre gritándole para que se porte bien, pero si la casa se reserva el derecho de admisión, con poner un cartelito que indique que no se puede ingresar con menores, haría menos incómodas las cosas.

El que todos los comensales (sean 2, 5 o más) coman al mismo tiempo, no siempre sucede. El que se pide una ENSALADA solamente, y la quiere como plato central (no como entrada), no quiere comer antes que los demás y mirar más tarde como “chico hambriento” el frondoso plato principal de los demás.

Para los que piden carne roja, el punto de cocción es un desafío de “Elige tu propia aventura”. “A PUNTO”, “COCIDO”, “SECO”. Algo tan subjetivo para el mozo, como para el chef, como para el cliente. (Y obvio que si llegó el plato con un punto diferente al solicitado o esperado, nadie se anima a devolverlo por el mito siempre existente de que vuelva con un “ingrediente extra” de mal gusto).

Bebidas con gas, sin gas, frías o al tiempo (o al natural, o sin meter a la heladera). Si pedimos esto último, no pretendemos que nos traigan agua pura de manantial, sino directamente del pack como bajo del camión repartidor sin meterla a la heladera (Pasale un trapo y traela nomas…).

La higiene de los baños habla de la higiene del lugar, y hay algunos que en los que para evitar tocar el sanitario, nos obligamos a hacer sentadillas.

Y al momento de pedir la cuenta, cabecear e intentar captar la mirada del mozo para hacerle “LA SEÑA” y que nos diga cuanto le debemos.

Hay muchos clientes realmente insoportables (no es mi caso, yo soy re piola jajaja), pero también entiendan los gastronómicos, el especial momento del que uno quiere disfrutar que con un poquito de valor agregado, se logra dejar satisfecho tanto al cliente y como al dueño.

(Y nobleza obliga: Felicitar a muchos restaurantes que tienen toda la onda y ofrecen un servicio excelente.)

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