miércoles, 25 de enero de 2017

La Vecindad del Chavo... Un Poroto!

La convivencia no es fácil. Y mucho menos en un edificio teniendo en cuenta que cada persona se maneja de manera diferente, por lo que siempre pueden aparecer "roces" entre vecinos.

Hay mucha diferencia si sos dueño o inquilino. El dueño es rey y te hace saber que si no te portas bien lo va a plantear en la reunión de consorcio, a la que uno vos no tenés ni el más mínimo acceso.

Tampoco es lo mismo ser estudiante universitario y que tu vecino escuche música a todo volumen a cualquier hora; que se madre o padre y no poder hacer dormir a tu bebé por "ESA” melodía (Que ya no es música y se convierte en ruido molesto).

Ajustarse a un reglamento de convivencia sería lo óptimo pero siempre están los que sacan la basura fuera de horario y convierten el palier en un aromatizador de olores putrefactos.

Y si bien cada edificio tiene su particularidad, hay vecinos que existen y son comunes en casi todos.

A saber: El del tercero que está remodelando su hogar y hace que te olvides de descansar hasta tarde o tener una siesta placentera porque sentís que estas durmiendo con un taladro prendido (Más allá del polvillo que entra en tu morada sin previa invitación, no existen sábado ni domingos).

La pareja del octavo que la pasa increíble teniendo sexo a cualquier hora del día mientras una trata de tapar su expresión de placer con el volumen del tele (De pura envidia obviamente).

La del quinto que le grita como desquiciada a la hija porque no le da ni cinco de pelota (y no le va a dar bolilla porque no le interesa para nada tener su cuarto ordenado).

Y la de la planta baja que se la pasa chusmeando quien sale, quien entra y con quien!?

El que se quedo en el tiempo y escucha "la última cuenta regresiva" siete veces por día… y hace que nos den ganas de grabarle un CD (o un casette) con los mejores temas de los 80, como para variar un poco.

A todo esto seguro segurísimo hay un habitante que tiene una mascota malcriada que hace sus necesidades en cualquier lado y que llora cada vez que él se va a trabajar... que lejos de provocarnos tristeza, queremos matar al dueño y apropiarnos de la mascota para enseñarle buenos modales.

Si convivir con los seres que amamos a veces se torna difícil, imaginen convivir con gente que ni siquiera le conocemos la cara. A veces puede resultar divertido y otras (la mayoría) una tortura. Todo depende de la edad y la etapa de nuestras vidas que estemos transitando, pero juro que después de los 30 y pico no tenemos absolutamente nada de paciencia y tolerancia.

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