El tema de las suegras siempre ha sido bastante
complicadito. Quien no ha tenido o tiene alguna que nos saque de quicio.
También existen como una rareza de la humanidad, esas nueras afortunadas que
tienen una suegrita más buena que Lassie (el famoso perro) atado y con bozal.
La mayoría son entrometidas, quieren solucionar los
problemas, pero terminan convirtiéndose en uno ellos. Imagínense que una suegra
muy amorosa les diga que dejen de alquilar porque ellas les da su casa. Hasta ahí
algo muy muy bueno. Lo que nadie se iba a imaginar es que la vivienda venia con
ella incluida.
También hay de esas brujas, que quieren invitar a
toda costa a tu casamiento a la ex de tu novio, como un último recurso para que
se arrepienta del compromiso.
Las que se consideran parte de una raza perfecta y te sermonean o critican absolutamente todo.
Desde cómo ser una buena esposa, hasta la manera de criar a tus hijos.
Hay algunas más liberadas que otras. Esas que
cuando querés hace r salida en pareja un sábado por la noche, no podes contarlas
porque tienen más vida social que una.
Y las inoportunas? Que siempre necesitan de su
hijo, en los momentos menos pensados. Si… en “ESOS” momentos...
Las que compiten por quién ser la mejor cocinera y
se preocupan por hacer comidas cada vez más ricas. Lo que convierten a sus
hijos en catadores gorditos muy satisfechos.
Esas que creen que sus hijos merecen algo mejor,
que nunca van a estar a la altura de ellos. Seguramente no vieron la oferta del
mercado. A no jugar con fuego, no vaya ser que se queden sin siquiera con eso
tan básico con lo que están.
La suegra que siempre busca llamar la atención. Porque
se siente mal, o porque con comentarios “inocentes” quiere hacer sentir
culpable a todo el mundo.
Y por supuesto, nobleza obliga, están también están
las respetuosas, o las que te quieren como a una hija. Un placer!!! Son
personas que apoyan tus decisiones, amables y generosas.
Todas tienen un
poco de todas y algunas son más exageradas que otras.
Siempre y cuando no sea un problema para la pareja,
a reírse y rogar no ser madre de varones para convertirnos en una de ellas.
A tener paciencia, y si no pueden con ellas, múdense lo más lejos posible.
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